Daoust-ladowanie.gif

La Femme

Soy mujer, soy de hiel, soy de miel, soy de piel, debilidad y poder, fuego que quema. Soy verdad, soy error, soy perdón, soy rencor, insensatez y razón, frío que hiela... Sabia intuición, imprudente pasión, soy así, riesgo y temor soy aliento y calor para ti...

DominiosHostingphpbbAnuncioscomprar Libros

03 agosto 2007

Conversaciones

Nada mejor que compartir las angustias para que hacerlas más llevaderas. Vomitar pensamientos en compañía es como aplicar un bálsamo calmante al alma que, aunque no tiene efectos permanentes, ni siquiera prolongados, ayuda a que las heridas, lamidas y relamidas, escuezan menos.

Compartían una tarde calurosa de julio y un café solo, con hielo y un azucarillo, ni muy dulce ni muy amargo, un sabor que parecía asemejarse a ese momento de sus vidas; el artista, aflijido, decía haber perdido la musa; la doctora, sobrevivía anclada en el recuerdo de un amor no correspondido, ambos dos tocados y hundidos por dramas puntuales cuyo desasosiego no parecía tener fin. El artista intentaba consolar a la doctora tratando de ser lógico a través de la metáfora, el terreno que mejor domina:

- ¿Sabés que ocurre? Tenés delante de vos un montaña que escalar, que apareció en tu paisaje sin quererlo ni beberlo mientras paseabas plácidamente... Ahora no te queda otra que escalar la montaña sí o sí, y sabés que no podés voltear la mirada porque el paisaje sólo continúa al otro lado de la gran roca que tenés delante. Podés tomar carrerilla, avanzar, escalar y sortear de a poco los obstáculos, dominar la roca y comenzar a sentir seguridad, pero si cada vez que avanzás, volteas la mirada y te dejás llevar por los recuerdos del paisaje atrás dejado, descendés en segundos la distancia lograda en días o semanas, tan sólo con una volteada de espalda perdés todo lo ganado por y para vos. Caer de nuevo unos centímetros, incluso unos metros, no es una vergüenza, no es un fracaso, es parte del esfuerzo y la constancia que supone sortear un gran obstáculo, es lo que nos ayuda a valorar, todavía más, el alcanzar la cima. Asi que, si caés de nuevo, debés pensar y sentir que debe ser para tomar impulso, no para volver al pie de la montaña.

La doctora tomó un sorbo de café, que de negro había cambiado a marrón oscuro al diluirse con el hielo, mientras escuchaba al poeta y visualizaba la imagen de sí misma en esa montaña, con las manos y las rodillas llenas de magulladuras, tratando de escalar. Tras un corto silencio y un segundo trago, se dispuso a dar réplica a su amigo, tratando de meterse en lo más profundo de su dolor para, en un acto de empatía, comprender la aflicción del artista:

- Entiendo, y te entiendo. Respecto a tu situación, tu momento, comprendo la angustia que debes estar pasando al no encontrar inspiración para continuar tu obra, para desarrollar tu trabajo y, en tu caso, salvarlo del olvido. A veces, cuando pierdo a un paciente, siento una frustración inmensa sabiendo que tengo los conocimeintos y la capacidad para salvar su vida pero, finalmente, algo se escapa a todo eso y no logro retenerlo. Quizá no sea el mejor ejemplo, pero tú tienes el talento y las herramientas para crear, solo que, cuando se te escapa lo inmaterial, lo impalpable, cuando el alma desaparece sin previo aviso, puedes poner tus cinco sentidos para intentar amarrarla al cuerpo, a lo material, a lo palpable, pero una vez perdida, sólo queda un algo inerte, una estatua sin vida.



El artista miraba atento a las pupilas de su amiga, sosteniendo el café con su mano izquierda y acercando un cigarrillo a su boca con la derecha. Entonces, tras dar una larga y profunda calada, retuvo el alquitrán en sus pulmones largo rato y exhaló el humo, para quedar ambos dos en silencio, mirando a la nada, uno subiendo la montaña y el otro persiguiendo ánimas.