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La Femme

Soy mujer, soy de hiel, soy de miel, soy de piel, debilidad y poder, fuego que quema. Soy verdad, soy error, soy perdón, soy rencor, insensatez y razón, frío que hiela... Sabia intuición, imprudente pasión, soy así, riesgo y temor soy aliento y calor para ti...

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15 febrero 2007

Paupérrima de mí

Soy una mujer común,que vive en un barrio común, con un trabajo común y un ritmo de vida cuanto menos, azaroso... Como ven, uno de los factores altera el producto. Comencemos pues a despejar la incognita que plantea el problema.

En uno de estos días comunes de mi vida común, he tomado el suburbano para llegar a mi trabajo común en una zona común del centro de la ciudad (que por la idiosincrasia del señor alcalde, de común tiene poco). Me he subido en un vagón común, atestado de gente común que, como una servidora, paga religiosamente los servicios de un transporte que la comunidad califica como uno de los mejores del mundo y que se caracteriza por sufrir comunes averías constantes.

Ataviada con una maleta común, adquirida en una tienda común, que guarda enseres comunes(venga a ser aquello necesario para un viaje de tres días y algo más, común afán previsor femenino), celebro mi liberación durante tres días y comienzo a disfrutar del regocijo de un viaje común, en un avión común, con un billete "low cost" común a una ciudad nada común, obra y gracia de sus mandatarios. En medio de la vorágine común del suburbano, recibo empujones comunes y respiro, más cerca de lo que me gustaría, el hedor común de algún ciudadano común que olvidó ponerse desodorante. Llego a toda prisa a mi trabajo común sin haber tomado mi desayuno común, por lo que, en un intento heróico de poder dar a mi organismo lo que reclama sin llegar tarde a mi común oficina, hago un parón relámpago en una cafetería común y pido un café común y una tentenpié común que me cuestán 2,50 comunes euros; mi úlcera común sangra, pero el estómago me agradece la consideración hacia su común persona.
Tras una apoteósica jornada laboral común, decido invertir mi común tiempo del almuerzo en acudir a una peluquería común, cuya oferta sin par congrega a otras tantas comunes como yo. Tras una hora de mi común tiempo para atenderme (menos mal que era la segunda en el grupo de las comunes), una peluquera común arregla mi cabello común, mientras mi común rostro se tuerce mirando el reloj y pensando en la común bronca que puede caerme si llego tarde a la oficina. Tras acordarme de la común familia de la peluquera, salgo por patas y compro un común sandwich antes de regresar a mi común puesto. En un spring común, noto como mis comunes vaqueros de talla común (aunque para algunas tiendas sea una gorda común en toda regla), adquiridos en rebajas en una tienda común, hacen un amago de deslizarse por mis comunes caderas, consecuencia del peso perdido por un ritmo de vida poco común. Logrado, son las 15:05. He tenido la suerte de que mi común jefe, que se las gasta de simpático pero oculta tras su rostro a un común machista-explotador, no me premie con un post it común, pegado en mi común ordenador, que me recuerde mi común horario de trabajo(como ya ha hecho con algún común compañero que se ha retrasado 5 comunes minutos). Pensando en mi evasiva, me regocijo en el común placer que me envolvería si los comunes empleados procediéramos igual cada vez que él llega tarde. Y este devenir tan común les relato mientras, comúnmente, paso una tarde tranquila, al menos hasta ahora, en mi común despacho y pienso en el común camino que me queda hasta el común aeropuerto y en el común disfrute que, espero, me reporte mi común viaje. Como ven, nada fuera de lo común.